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Abr 02, 2017 Villalobos Curiosidades 0
(Perfil de Leandro -Facebook)
Daniela M. – Buenos Aires, Argentina
Leandro Bustos pasó de vender turrones en la calle a ganar una beca para estudiar en la India en una prestigiosa escuela secundaria. Y cuando se conoció su historia y el hecho de que no tenía dinero para pagar los viajes, seguro médico, pasaportes y visas, se desató un aluvión de las propuestas para ayudarlo que no lo saca del asombro.
“Con esfuerzo se puede. Si yo lo pude lograr, cómo no van a poder otros chicos”, dijo el joven de 17 años que logró cumplir un sueño, a base de trabajo duro: cursará un Bachillerato Internacional (IB) en un colegio de la United World Colleges (UWC), un instituto preuniversitario reconocido por importantes universidades en el mundo.
El esfuerzo del que habla Leandro tiene que ver no solo con estudiar y haber ganado la beca, sino con sobrellevar la difícil realidad que le tocó y que no es normal en niños de su edad: él trabaja para ayudar a su padre -que ya está retirado pero sigue haciendo trabajos en la calle- y a tres de sus ocho hermanos, con los que vive después de que su madre falleciera.
Entre turrones y productos de limpieza, los libros
El chico cordobés vende productos de limpieza junto a su padre los fines de semana. En su casa tiene tres hermanos viviendo con él, y debe aportar a la economía familiar. Por esto se dedicó a vender turrones, una forma de juntar un poco más de dinero para aliviar la situación de su padre, José.
“Vendo 3 turrones por 10 pesos. La mitad de lo que junto se lo doy a mi papá para que pueda pagar las cuentas”, explicó al diario Clarín. Esto es, en total, un poco menos que un dólar cada tres turrones.
Pero Leandro nunca perdió de vista lo importante: el estudio. La mitad de lo que gana se lo da a su padre. La otra mitad, la usa para útiles y libros escolares. Y se deja una partecita para ver a Belgrano de Córdoba, el equipo de fútbol que lo apasiona. “Es difícil”, reconoce, ante la pregunta sobre cómo hace para trabajar y estudiar.
El año pasado se enteró de una beca a través de una compañera. Cuando dio el examen, no entendía mucho de qué se trataba, ya que no sólo había ejercicios habituales de materias como matemática, historia y lengua, sino también cuestiones sobre tareas domésticas. Sucede que para la beca buscan aspectos que tienen que ver con el desarrollo humano en general, y no sólo con lo estrictamente académico en particular.
En aquel entonces, Leandro fue a un campamento en la provincia de Mendoza. Ya eso fue una gran experiencia para él: era la primera vez que abandonaba por un tiempo su hogar.
El problema arrancó en ese momento, con la financiación, ya que la beca cubre los gastos de estudio, alojamiento y alimentación por los dos años que dura, de agosto de este año hasta mayo del 2019. Pero los que aplican deben costearse los pasajes y el seguro médico. También, de los costos de tramitar el pasaporte y visas.
Leandro y José no pueden enfrentar esos gastos. Pero un inesperado giro diluyó el problema inmediatamente.
La ayuda inesperada
El chico tenía pensado abrir una cuenta en el banco para que lo ayuden con alguna donación los que quisieran. Pero esa pequeña ayuda que pedía se terminó transformando en un huracán de manos para ayudar.
En primer lugar, el Gobierno de Córdoba aseguró que le pagará el pasaje. Esto es un gran alivio, ya que un pasaje a la India desde Argentina cuesta más de mil dólares.
Distintas agencias de viaje se contactaron con él para costear otros gastos, como el seguro médico.
En el diario Clarín informaron que siguen llamando fundaciones y empresas: una conocida firma de turrones quiso ofrecerse para ayudar a Leandro.
El 1 de mayo habrá un partido de “footgolf” -un divertido invento que mezcla fútbol y golf- para juntar fondos para Leandro.
Y, por supuesto, Belgrano de Córdoba lo hizo socio vitalicio para que vaya a ver a su equipo cuando quiera, sin pagar.
Así, Leandro dejará de vender turrones por estos dos meses. Sucede que ahora el desafío es otro: rendir las materias de todo el año en dos meses. Leandro tuvo que pedir un permiso especial, que le fue concedido, en la escuela, para poder dar libre las materias e irse a la India a cursar sus estudios becados.
Emocionado, su padre sabe que lo va a extrañar. Pero el orgullo por su hijo no le cabe en el cuerpo, y se muestra más emocionado que su propio hijo.
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